Columna del goleador cardenal en la previa a la final disputada por Santa Fe ante Atlético Nacional en el primer semestre del 2005.
Por Léider Preciado
Desde aquí, desde las palabras, jugaré el partido en el que no podré estar esta tarde.
A los hinchas de Santa Fe les digo que tenemos toda la fe y la posibilidad de ganar el título, después de 30 años. Todos nosotros en el equipo estamos tomando con mucha personalidad y responsabilidad el reto. ¿Quién ha dicho que ganar en Medellín es imposible?
Me imagino un partido como el del miércoles pasado en Bogotá: muy disputado, sin que nadie regale nada. El que cometa un error puede olvidarse de la estrella.
Esta campaña fue muy buena para Santa Fe y lo mejor que nos puede pasar, porque nos lo merecemos, es cerrarla con broche de oro.
Llegamos hasta esta instancia definitiva por la unión del grupo, las ganas de cada integrante de conseguir algo importante y, especialmente, para darle una satisfacción a la hinchada que necesita este campeonato.
Espero que cada hincha rojo, tanto el que va al estadio cada domingo, como los que no volvieron nunca a acompañarnos, hagan fuerza. El equipo dará todo de sí –no lo duden–, porque lo que más queremos es darle esa satisfacción a nuestras familias.
Santa Fe debe ser campeón porque jugó bien en todo el torneo. Este grupo de jugadores, cuerpo técnico y directivos tiene siempre la fé en su corazón y su mente. Estoy seguro de que eso nos favorecerá. Si ganamos habrá que celebrar con mesura.
Nosotros le daremos esa alegría a nuestro pueblo y es un buen momento para que la gente se reivindique y se porten bien.
Nosotros, los de Santa Fe, somos buenas personas y por eso hoy merecemos festejar. Que así sea.
Publicado originalmente en el diario El Tiempo en junio del 2005
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